El dolor espiritual de la infidelidad
- Liat Rosenshtein

- 28 ago
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 dic

La palabra "infidelidad" es difícil de procesar. Tiene peso. Conmueve. Y significa cosas diferentes para cada persona.
Para mayor claridad, definimos la infidelidad como la traición física, donde uno de los miembros de la pareja tiene intimidad con alguien fuera de la relación, y la traición emocional, donde se rompe el vínculo de confianza y la conexión emocional.
La infidelidad implica dos caras. Quien traiciona toma una decisión. Quien es traicionado sufre las consecuencias. Ambos sufren las consecuencias.

¿Cuál es el significado más profundo detrás de la infidelidad?
La infidelidad no se trata solo de acciones. Se trata de una herida espiritual. Cuando alguien pierde la consciencia del propósito más profundo de una relación, se mueve por el deseo, la carencia o el ego en lugar de la presencia, la unidad y la intención.
La verdadera función de una relación no es solo la compañía, sino también el crecimiento espiritual. Es la oportunidad de disolver el ego y aprender a conectar con la otra persona de forma profunda y elevada. Cuando se olvida este propósito, la estructura se debilita y surge la posibilidad de traición.
¿Por qué es tan difícil soportar el dolor?
La infidelidad es más que una decepción. Afecta profundamente la relación. Este dolor tiene tres dimensiones espirituales:
Exilio espiritual: La pareja traicionada a menudo se siente exiliada del espacio sagrado de la unión. Lo que antes era su hogar de repente se siente extraño, y el sentido de pertenencia se desvanece. Este exilio es lo que hace que el dolor sea tan profundo y desconcertante.
Daño a la autopercepción: La infidelidad no solo mina la confianza en la pareja, sino que a menudo destruye la confianza en uno mismo. La persona traicionada comienza a cuestionar su valor, su rol en la relación e incluso su identidad. La herida afecta la dignidad, la autoimagen y la estabilidad interior, razón por la cual persiste con tanta fuerza.
Impureza en el recipiente del amor: Toda relación alberga un espacio sagrado para la intimidad y la confianza. La infidelidad introduce contradicción en este recipiente. Lo que antes era un todo se fractura, y la energía de la relación ya no se siente limpia ni segura. La sensación de impureza es tan dolorosa como la traición misma.
¿Puede una relación sobrevivir a la infidelidad?
A veces sí, otras no. Pero incluso si sobrevive, la dinámica nunca volverá a ser la misma. Hay que crear algo nuevo.
Para sobrevivir, debe darse un verdadero proceso de cambio. A nivel emocional, espiritual y conductual. Ambas partes deben trabajar. No solo hablar, no solo perdonar, sino reconstruir los sistemas internos que crearon la desconexión en primer lugar.
¿Qué debe suceder si quieren seguir juntos?
Si ambos miembros de la pareja desean continuar, deben dejar de correr y empezar a escucharse. No solo el uno al otro, sino también a sí mismos: su verdad emocional y sus necesidades más profundas.
Este proceso implica:
Conversación abierta y honesta
Reconocimiento de necesidades emocionales insatisfechas
Dejar ir la culpa y la culpa
Desarrollando nuevos patrones de comunicación
Aprender a responder, no a reaccionar
No se logra en una sola conversación ni en un mes. Toma tiempo y madurez.
Cuando el trabajo espiritual entra en la relación
Cuando una relación incluye trabajo espiritual, su energía cambia. Se vuelve más clara, más fuerte y más estable. Mediante rituales, prácticas meditativas y procesos guiados, las parejas pueden realinear su conexión emocional y espiritual, reabrir canales de confianza y restaurar la pureza y la fortaleza del amor.
Esta renovación no se produce por presión sino por voluntad.
El papel de la terapia
La terapia reabre la comunicación, revela puntos ciegos y da voz a cosas que estaban ocultas. Pero la terapia funciona mejor cuando ambas partes no solo se reúnen para hablar, sino para transformarse.
La infidelidad no es necesariamente el capítulo final. Es un punto de inflexión. Y el rumbo que tomes a partir de ahora debe elegirse con plena presencia y la voluntad de crecer.




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